Estos poemas se leyeron en el recital celebrado en la Catedral de Santander el 16 de abril de 2015 con motivo del evento «Castillo Interior o Moradas de Santa Teresa».
EN EL CAMINO DE LA TERCERA MORADA
He aprendido en la palabra a usarme en la palabra
Mi alma se transparentaba sin ver el castillo
Aún dentro del castillo.
Asciendo en la tercera
no sé si ustedes podrán llegarse en Dios
Tornando el ser.
Porque :Yo también conocí almas hartas-.
Intento hacer de a uno el camino
Me he divertido mucho en el de antes
Voy ardiendo, Templando mis temores
Desnuda sin desnudez.
El temor aquí no es el temor de tierra
aquí el temor es timón que acaricia las naves.
Aquí el Temor salva si está ardiendo.
A veces me abruma la certeza del amor
(ÉL no quiere otra sino yo)
He hablado tanto en la seguridad del destierro.
Tanto en el silencio
que mis naves parecen navegar entre sirenas
donde yo canto y me ato a la vez.
Porque:-Yo también conocí almas hartas-
No puedo dejar de ser la que he sido
Y no me pide otra sino yo
Si persevera esta desnudez,
Caminaré morada en morada
Tan transparente de mí
Que mis heridas se irán por no tener
Un cuerpo al que aferrarse.
Porque: Yo también conocí almas hartas
Y una fue la mía.
Atravieso la tecera morada
Llevo puesta en transparente la carne
Se me afloja de color
Muere y revive
Quiero llegar al pozo del castillo…
Soy agua: Yo también conocí el agua antes
También me volví sed.
Pero Él no quiere otra sino yo.
Isabel García de Juan
MADRE E HIJA
De esta piel que acaricio bebe el mundo.
Yo la observo y su desnudez
-impecable envoltorio-
hace crecer entre mis dedos
sosiegosno aprendidos,
que hacen resumen de los días grises.
En hilos de hada
ella engarza sílabas y cuentas de colores,
y descubro en sus manos
las palabras que transcriben el mundo.
Ahí está, la piel niña
haciéndome entrega de un trazo
de lo que seguro soy, trazo
bello de savia vieja.
Sí, está ahí,
me acomodo en el hueco de esas manos
y el gesto nunca acaba,
se hunde en la eterna piel del cosmos,
y miro
y formo parte de esta escena,
soy ahora un lugar
donde no nos doblegan las miserias.
Elda Lavín